«La Eucaristía es claro exponente de la solicitud de Dios por mí, de que ha puesto sus ojos en mí y me ha elegido, de que se entrega sin reservas a mi servicio. La Eucaristía es la cristalización del amor comprometido de Dios para conmigo. La Eucaristía es estrechísimo compromiso de Dios conmigo mutuo, tangible, irrompible.
La Eucaristía es alianza de amor, compromiso unilateral de amor de Dios. Por eso la más leve infidelidad hiere al Dios eucarístico. La Eucaristía es expresión de la enorme inclinación de Dios hacia mí.
La Eucaristía ha sido hecha para mantener Dios conmigo una seria y verdadera intimidad, comunicación total. La Eucaristía es expresión de la enorme confianza que Dios tiene en mí y de la seguridad absoluta que yo ya puedo tener en Él.
La Eucaristía es garantía de que el pueblo de Dios tiene consigo guía constante en todas las situaciones de su historia por accidentada y desastrosa que ésta sea. Jesús Eucarístico es Dios saliendo a mi encuentro en toda situación.
La Eucaristía es vigilancia del amor divino para convertir todo cuanto me ocurra en bien, para impedir que nada de lo adverso que me ocurra pueda hacerme mal, para subordinar todo el mal al bien. Jesús Eucarístico es Dios montando guarda perenne a la puerta de la casa del hombre.
La Eucaristía es Dios cercano, lo infinito encerrado en lo finito, lo santo puesto en lo pecador. Jesús Eucarístico es Dios adaptado a mi debilidad para facilitarme mi acceso a Él. La Eucaristía es Dios diciéndome y pidiéndome a gritos que no espera de mí otra respuesta que la de un amor confiado sin límites en Él. Jesús Eucarístico es proclama transparente de que la voluntad divina de amarme está por encima de todo.
La Eucaristía es el “los amaré sin que se lo merezcan” del profeta Oseas. La Eucaristía es corona del amor de Dios, el último acto de su amor creador que supera toda imaginación humana.
En la Eucaristía Dios me espera para sacarme de mi miseria, de mi esclavitud, de mi deshonra, de mi oprobio, de mi quiebra, de mi infelicidad, de mi enfermedad, de mi dolor, de mi muerte.En la Eucaristía Dios me espera para colmarme de felicidad superabundante, de gozo profundo, para convertirme en hombre cuya vida se pase haciendo el bien.
Ante el enorme don de la Eucaristía solo cabe una respuesta: la conversión. Jesús Eucarístico es entrega espontánea generosa, gratuita, fiel, leal, continua, irreversible, para siempre. En la Eucaristía, Jesús me está pidiendo la respuesta de una entrega similar a Él». (P. Molina)
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