Aquí el P. Molina se desgastó sin cálculos en favor de los chicos pobres de la Huerta durante la década 1956-1966. Para ellos, que por no poder estudiar no aspiraban más que a trabajar como simples peones, levantó un colosal centro educativo en Alcantarilla con el fin de darles estudios superiores para que ellos mismos fueran agentes del desarrollo industrial en sus pueblos.
Murcia fue una ciudad hecha a medida del P. Molina. Su carácter sencillo y humilde sintonizó muy bien con el no menos acogedor, abierto y franco de su gente. De ella guardó siempre muy gratos recuerdos.
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